Al leer estos días en la prensa que se cumplían cincuenta años desde el 1962 en que falleció el escritor y premio Nobel Herman Hess, me apresuré a coger de mi biblioteca -recientemente aligerada por una vulgar falta de espacio- dos viejos libros de este autor que se salvaron, lógicamente, de la selección y posterior donación y mudanza de otros volúmenes de los estantes de mi casa a otros ajenos.
Estos libros, ancianos ya de hojas amarillentas y desgastados por mucho uso y disfrute, como, por otra parte, deben envejecer los libros, son "Demian" y "Lecturas para minutos". El primero me lo compré en la distinguida Librería Paradiso, de Gijón, de segunda mano, como hice con otras muchas obras en mi época de estudiante, en que era asidua de este espacio cultural tan importante para nuestra ciudad.
El otro libro, "Lecturas para minutos", me lo había regalado un buen amigo de la época que me mostró su sensibilidad y buen gusto con semejante detalle, sobre todo porque se había empapado de Hesse y su filosofía y profundidad... ¡y no teníamos más que veinte años, caramba! Este volumen, aún está más viejo que el "Demian" pues a lo largo de toda mi vida lo he consultado, ojeado y hojeado.
Hoy en día, en que los irreflexivos y apresurados tuits de ciento cuarenta caracteres invaden nuestras vidas, se han puesto muy de moda los proverbios, las genialidades, las ocurrencias y "profundidades-con-frecuencia-poco-profundas" que muchos individuos no pocas veces se autoatribuyen. Pues bien, queridos y modernísimos tuiteros, las "Lecturas para minutos" de Herman Hess son eso precisamente, pensamientos extraídos de sus libros y cartas, reflexiones de un pensamiento fecundo, profundo, original y evolucionado, ya que derivan de momentos, etapas vitales, religiosas, íntimas e históricas, incluso, muy dispares en la existencia de este escritor filósofo.
Releyendo "Demian" actualmente -una obra corta para la gran avidez surgida en mí al tenerla en mis manos- he comprendido que con mi edad actual y la experiencia por ella proporcionada, comprendo mejor su contenido, lo que me hace admirar más al autor: sus preocupaciones místicas religiosas y las formas del conocimiento intuitivo e irracional, la repulsa de una sociedad masificada para conquistar la autenticidad y emprender la reconstrucción de la humanidad, las trágicas experiencias de la Gran Guerra... En definitiva, obra no extensa, pero de tal densidad que merece el pensamiento entre líneas, entre palabras, entre ideas... Reflexionar, analizar, aprender... qué necesitados estamos todos de ello hoy día, o, al menos, qué necesitada sigo estando yo...
Y como homenaje a Hess, recogeré en próximos días en este "blog de andar por casa" algunas de sus "lecturas para minutos"... es humano desear compartir la cosas buenas, y éstas lo son, verdaderamente, por eso me apetece tanto difundirlas en este espacio íntimo mío...
